El domingo 09 de febrero del 2014, asistí como tantas otras veces a las carreras de Rio Cuarto.
La primera reunión turfística provincial del año en curso, y por ende, el retorno a la posibilidad de volver a observar, esas chapas que identifican a nuestros pingos, en lo más alto del marcador.
Cuando presentamos un caballo en las gateras, personalmente digo, que lo hago con la esperanza intacta de verlo triunfador. No hablo ni de deseos ni de ilusiones, porque si el resultado es adverso el deseo genera frustración, y la ilusión te convierte en un iluso partícipe de esa reunión. Mientras que la esperanza solo motoriza la fe, y si el resultado no acompaña, desencadena la aceptación.
Y además… Si no confiara ni creyera en mis caballos… ¿Para qué llevarlos a correr?
Ese domingo llevamos dos caballos, por lo tanto nuestras chances serían dobles, y la esperanza de verlos coronados … solita se multiplicó. Sin embargo, en esta oportunidad, mi aspiración por ir a posar dos veces, poseía un componente muy privado, silenciosamente guardado, y un plus motivacional, al que solo me permito hacer público –ahora- en virtud de los sucesos ocurridos.
Ha sido tan grande el impacto que me produjo, que prometí compartirlo, y lo hago a través de esta narrativa, como muestra de respeto, agradecimiento, y sin evadir a mi propio estupor.
Durante la semana previa lo pensé un par de veces, y ya en el viaje, a pesar de no comentárselo a mis compañeros de ruta, silenciosamente imaginaba de manera repetitiva como sería la cuestión: Me vendría de Rio IV con un cuadro grande, con dos inscripciones que les haría a pedido mío estampar: “ DOBLETE” diría la primera … y “EN HOMENAJE A JOEL” la restante. Si hasta tomé la precaución de hacer llevar la chaquetilla propia, que previo permiso de la comisión, utilizamos.
Joel era mi nieto…Pichón que recién comenzaba a emplumar, y que yo pretendí meter debajo de mis alas, le estaba transmitiendo el cariño por los caballos, me acompañaba a las carreras, y a realizar otros menesteres, justo a la edad, en que la sangre les clama por su emancipación.
En ocasión de la ante última carrera de Rio IV del año pasado, dejó todo, y me acompaño por última vez… Solo tenía quince años y diez días cuando tomó la decisión de partir. Mi mujer insiste que esa última semana en la que estuvo conmigo … se vino a despedir: Joel se suicidó.
Rio IV sería entonces, “el lugar indicado” para rendirle un tributo a mi manera, y comencé a darle forma en mi imaginación… ¡Claro que fui para ganar! Solo que esta vez, tendría otra motivación.
Se corrió la 10° carrera y mi caballo entro 5° en el marcador… Alcé mi mirada al cielo y con una sonrisa triste le dije … “¡Igual está bien, gracias por dejarme participar!” “Lástima por lo del cuadro doble, y mi homenaje a Joel” “Gracias lo mismo, gracias de verdad“ “ Y además tengo revancha en la próxima, en la 12° vuelvo a correr”. Al tiempo que arrojaba al cesto los boletos perdedores, porque no me gusta deambular cargando los símbolos de un resultado adverso.
Gone Parejero, que en Rio IV pareciera que se agranda, enfiló para las gateras al ratito nomas. Desde hace tiempo viene animando, y con muy buenos arrimes, a las más ligeras de 800.
Dijeron vamos y se vinieron… Palabra que nunca –en esa pista – lo vi correr tan fulero: “Tercero …y cómodo”. Boletos al tacho de la basura, agradecimiento al desempeño del jockey, búsqueda de la chaquetilla, palabras de despedida, y mi pensamiento que se repetía en silencio: “¡Lastima Tata Dios, quise ganar para homenajearlo a Joel!” “Si bien cierto que siempre intento ganar, esta vez también quería ganar por él” “Ya lo aprendí hace mucho Tatita, la revancha está a la vuelta de la esquina -solo pensé en el reino de mis silencios- que a este tributo, lo podría realizar hoy” .
Este relato se continúa de aquí en más con dos versiones. A la primera me la dio mi piloto, quien a priori sentenció: Al 8 lo van a bajar. Nos arrió a todos, le dio al 5, el 5 me dio a mi (2) y yo le di al 3 y por si fuera poco el 1 también le dio al 3, si casi se cae, para agregar: mira la bandera amarilla… ya fue a reclamar” Pero vos donaste el 2°” le dije “Te faltaban 70 mts y te paraste en los estribos” más en broma que como reproche… “Estate tranquilo que si no gano en la cancha, difícil es que quiera ganarla en el comisariato” agregué “Distinto es, si veo algún jockey competidor agredir un caballo mío” “Aunque bien pensado, tampoco sería al comisariato a donde me iría a manifestar”
Y a la segunda versión la doy yo, porque me nace desde las tripas, el corazón, y los sentimientos.
Mientras hablaba con mi jockey y mi cuidador, no dejaba de pensar en la oportunidad malograda, para satisfacer el tributo pretendido para mi nieto. En ningún momento me empujo el arrebato ni la desesperación…”Es que antes de ganar he aprendido a perder amigo Tata Dios”… “Gracias por darme la oportunidad de poseer caballos”… “Gracias por permitirme verlos correr” …“Todo está bien” “Ha sido como fue y no como quise que fuera” Y mientras practicaba sinceramente la aceptación –que es muy distinto a la resignación- fue precisamente mi jockey quien me sacó de esos pensares al grito de: ¡GANAMOS NOSOTROS!... ¡MIRE, MIRE EL MARCADOR!
En efecto, los bajaron al ocho y al uno (1° y 2°) Y mi caballo… que para mí corrió su peor carrera de 800, quedó por decreto en primer lugar… ¡Nos hicimos del primer puesto y sin reclamar!
Solo bastó que me diera vuelta en mi asiento, para verificarlo en el marcador.
Vivimos en un mundo dual de causas y efectos, esto es: causalidad y no casualidad.
Para la mayoría de los habitantes de este mundo terrenal, los bajaron por molestar. Pero para mí que estuve abstraído toda la tarde, en los mismos y repetidos pensamientos, este resultado ya estaba escrito en El Plan Maestro, por lo que solo le bastó al Tatita Dios, mandarse una carambola de 4 y a dos bandas, para que resulte, lo que ahora sabemos que resultó.
A cada uno que veía se lo quería explicar. Es que nunca gané una carrera en el comisariato, al contrario las he sabido perder. Sentía la necesidad de explicar lo que paso en la cancha, que desencadenó un resultado, y al mismo tiempo, lo que pensé toda la tarde… pero me quebré “¡Jamás Tatita Dios creí que sería de esta manera!” “¡Yo te pedí homenajear a mi nieto, pero no me imaginaba que lo dispondrías así!”... Y fue entonces cuando lo comprendí, es como si Él me hubiera dicho en mi privado silencio… “¡Aguantá un ratito, no te vayas todavía, que ya me encargo de alinearte el universo!” “¡Estaba ocupado con otros asuntos de mi agenda!”… “¡Ya te atiendo!”
¿Qué hago? ¿Busco los boletos en la basura, o nos vamos a sacar la foto? La verdad es que no sabía qué hacer ni cómo actuar. Nunca me tocó vivir una situación similar, y mucho menos, en el estado de conciencia con que lo estaba experimentando. Estaba perplejo, obnubilado, y atónito. Es cierto que hasta ese momento tenía el bolsillo lastimado. Pero ahora mi corazón estaba rebosante, por el misterio de mi comunicación, aunque a esto que sentía no lograra expresarlo de viva voz. Mi llanto no fue por haber ganado una carrera “encontrada”, aparte, porque sé que habrán de venir muchísimas más. Lloraba por la emoción, por la ingenua sorpresa, por todo este giro inesperado, por sentirme vivo… porque de golpe comprendí que en mis silencios, lo que en realidad estaba haciendo, era dialogar con El Creador … ¡CON EL MISMISIMO TATA DIOS!
¿Cómo no ir a la foto, si con mis pensares le rompí las pelotas toda la tarde al Tatita Dios! ¿Cómo podría despreciar lo que me estaba concediendo! ¿No quería acaso un cuadro al que le mandaría estampar “En Homenaje a Joel”? ¡Si esta ha sido su voluntad y para ello alineó el universo, a sus hombres y situaciones…que clase de persona sería yo ignorándolo? No sé qué fotos pondrán en el cuadro, ni me interesa…solo me importa que le escriba la frase que llevé a Rio IV como motivador.
Y este escrito es mi promesa a posterior… ¡Yo difundiré el acontecimiento y tu nombre Tata Dios!
Pd) Para quien le pueda interesar: Los boletos han sido muy fácil de encontrar, hace muchos años que no tiro ni un mísero un papel al suelo, tampoco en la ruta, porque es un viejo pacto que tengo con La Pachamama, … Por lo que solo me dirigí al basurero indicado.
Por Beto del stud: Las Aberturas.
Don Juan lei junto a mi familia, lo sucedido en la reunión turfística, en Río Cuarto. Muy emocionante lo narrado en homenaje a su nieto. Seguramente el, en el cielo, se habrá sentido orgulloso de sus abuelos. Tata Dios es tan grande, que le permitió ver cumplido su sueño. Un abrazo a la distancia Cecilio Arias y flia.
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