"Pensar que quise ser jockey" (Nota de color, para reír)

Nunca acostumbro a escribir sobre mi persona -Tomas Martin Salinas-, pero quiero relatar una historia turfística, divertida sobre mi niñez, donde mi inocencia y pasión por los caballos se hizo notar a flor de piel. Desde pequeño (o desde que estaba en la panza) me llevan a las carreras de caballos, siempre a la par de mi padre, que me enseñó todo lo que sé hasta el momento. Me crié entre los caballos, yendo al Hipódromo Córdoba muy a menudo y también al Haras Nimanor (lugar de trabajo de mi papá), lo que seguramente me hizo enamorar de esta actividad. De muy chico mi sueño era ser jockey, en el fondo de mi casa tenía mi propio stud, con un caballo de madera, y otro de goma, a los cuales atendía como parejeros, con comida real y otros cuidados. Me pasaba tardes y tardes hamacándome en el caballo de madera vestido como jockey profesional, con ropa que me regalaron distintos personajes. Al crack "armandito" Glades de chico le conté que soñaba en ser piloto como él, y en un acto que jamás voy a olvidar, me regaló unas botas profesionales de jockey a medida, por que tenía alrededor de 6 años, y por supuesto físicamente era pequeño. Chaquetillas, gorras, antiparras, y breeches, me los otorgaba mi "mentor" Manuel Juan Gomez, ex jockey, y actual peón/vareador del stud de la familia Quintana en Bº Jardín. Me llevaba a todos lados con los caballos, y me hacía participar realmente de la actividad. Entre risas mientras escribo estas lineas, puedo decir que juntos pasamos de galope largo 600 mts -yo tenía 6/7 años, íbamos los dos arriba del mismo caballo-. Por supuesto que a todo esto mi papá no sabía nada de este acto, sino seguramente nos "mataba" a los dos, pero por fortuna fue todo normal. Volví al stud, me bajé del caballo y desde ese día me curé de espanto. Asustado lógicamente, prometí no subirme nunca más a un SPC, lo que me hizo dedicar al fútbol unos años, actividad que tampoco me sentó demasiado. A esa promesa no por miedo, sino por desinterés la cumplí hasta mis 18 años, donde en Bariloche me volví a subir a un caballo que no era de carreras obviamente. El dato curioso que puedo decir es que en la actualidad mido 1,90, peso 95 kg, así que le erre un poco al físico de un jockey, pero seguramente hubiese andado bien para correr algún elefante (risas). Luego volví a la carga con mi única pasión, y quise ser entrenador de caballos de carrera a los 12 años. Por mi corta edad no podía largarme solo, era una idea alocada de un niño, pero mientras me duró ese berrinche, escribí un instructivo de como entrenar caballos y manejar un stud. Basándome en el libro "El Arte del Entrenamiento del Sangre Pura de Carreras en Argentina", escrito por Luis Ferro, el cual leí más de una vez, relaté distintos training de animales velocistas, media distancia y fondistas. Tampoco pudo ser esa profesión, así que no me dí por vencido, y a los 13 años arrancando como un juego inventé "Pasión Turfística". Primero comencé en un Facebook, el nombre original de la pagina iba a ser "Pasión Por El Turf", pero el mismo ya estaba asentado, así que tuve que cambiarlo sobre la marcha. Luego me enfoqué de lleno al periodismo de turf, y gracias a Díos hoy con 20 años -casi 21- sigo haciendo lo que me gusta, teniendo apoyo de muchísima gente de toda Argentina, a la cual no me alcanzan las palabras de agradecimiento por creer en mí desde que era prácticamente un niño. Soy un convencido que en la vida hay que hacer a lo que uno le gusta, intentar dejar una huella en su lugar, y divertirse mucho en el transcurso, por que en fin, de eso se trata la vida. Comencé con el sueño del jockey, luego del entrenador y terminé como periodista, algo que no me había imaginado al principio, pese a que mi viejo lo hizo durante muchísimos años a través de su revista El Dato y programa radial Turf del Bueno.