El 05-12 se conmemoró el décimo aniversario del fallecimiento, del por siempre recordado contador Raúl Alfredo Santander.
“Emprendedor turfístico” si los hubo. Terminología que ni siquiera conozco si se acepta en nuestro castellano, o si es otros de esos raros inventos lingüísticos, pero bien entendibles para todos.
Hace diez años escribí una columna estilo obituario, en la que resalté que el susodicho, detentó uno de los privilegios, que no todos los humanos nos damos el gusto de llevar a cabo: “Pasar por esta vida de manera no desapercibida”. Y si en algo se destacó este “Turfman Cordobés”, ha sido precisamente en ello: Apreciado por muchos, odiado por otros, y sin embargo indiferente para ninguno, porque su personalidad te proponía amores u odios por igual, y vos elegías. Poseyó la soberana cualidad de impedirte la indiferencia, tanto hacia su persona como a sus acciones.
¡Diez años ya! … ¡Si vieras Contador, todo lo que aconteció en este tiempo con nuestra actividad! Te sorprenderías al ver como jugaron sus partidos, aquellos cuatro de copas que conociste, una vez que se hicieron con un cachito de poder… ¡Ni te cuento de los traviesos de siempre!
Y aquí estamos, diezmados, opacados, silenciados, y estigmatizados como nunca.
La verdad de la milanesa, es que no sé de donde seguimos obteniendo las fuerzas necesarias, para continuar con nuestra pasión, que no sale de la terapia intensiva.
Hace diez años abriste una puerta, que cada uno de nosotros a su momento también deberá abrir
Creí oportuno traerte a la memoria de los que te conocimos, y que de seguro somos los mismos, que cada día recordamos tus dichos ocurrentes y oportunos, pícaramente expresados con tu particular tonada riojana, como otra de las distinciones que te engalanaron: “Ocurrencia y tonada”
¡Ahhhh, me olvidaba! Te podes quedar tranquilo, y seguir descansando en paz “Mormón” amigo. Nunca me “encandilaron los mármoles”, como supiste -más que decirme- torearme.
Te cuento que todavía, no siento el deseo de conocerlos por el lado de adentro.
Nota: Al tiempo de renovar una plegaría por el eterno descanso de su alma, ruego a sus familiares que no se molesten por el mote, con el que los habitantes del tatersal lo recordamos.
Por: Beto del Stud “Las Aberturas”
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